Reseña || El cuento de la criada, de Margaret Atwood

*Cómo llegó el libro a mis manos:
A pesar de que me quedé con un sabor de boca regular después de leer El asesino ciego (click aquí para leer la reseña), quería leer más de Atwood y poder ver la representación en serie homónima (The Handmaid's Tale) de un libro tan aclamado.

*Argumento:
Se nos plantea un régimen dictatorial donde se diferencia a la población gileadiana por clases: Comandantes, Esposas, Ojos, Ángeles, Guardianes, Tías, Marthas, Criadas, Econoesposas, Jezebels y No-Mujeres (podéis verlo mejor en las siguientes imágenes, con detalles sobre cada una de las clases):

























Cada una de estas clases está identificado por un patrón cromático y un oficio. En el caso de nuestra protagonista, ella es Defred, una Criada, viste de rojo y su única función es tener hijos para la Esposa del Comandante.
Según avanza la historia sabemos que Defred tuvo un pasado en el que estaba casada y tenía una hija, hasta que trató de huir y fue capturada: desde entonces perdió hasta su propia identidad, siendo una esclava más. A su marido lo dispararon en plena huida y su hija crece feliz con otra familia.
En la sociedad gileadiana la mayoría de las mujeres son estériles, por lo que las Criadas son aquellas que aún son fértiles (por ejemplo, las Marthas, que se encargan de las labores domésticas, son mujeres que el pasado se ligaron las trompas; las Esposas son mujeres estériles: para ellas son los hijos que conciben las Criadas).

Poco a poco, Defred y el Comandante empiezan a tener una relación más cercana, teniendo partidas a juegos de mesa, quedando a espaldas de la Esposa, incluso llegando a permitir que la Criada salga a lugares prohibidos, leyendo o quebrantando la ley de diferentes maneras.
Mientras, Defred conoce a Deglen, su compañera de paseos, quien le habla sobre una asociación de mujeres que desean rebelarse contra el sistema. Sin embargo, poco después, Deglen desaparece, siendo sustituida por otra.
En una de las salidas del Comandante con la Criada, la Esposa descubre lo que está sucediendo. Días después aparece una furgoneta para llevarse a Defred, pero no dejan claro si es la asociación que salva a las mujeres o es un grupo de Ojos que van a torturarla y/o matarla.

*Crítica:

Treinta años después de su publicación este libro sigue reflejando una realidad, no un "posible futuro distópico que quizá podría ocurrir". Hablar de distópico únicamente es un error enorme. Es una crítica que se puede aplicar a nuestra época, al machismo, a la degradación de la mujer, a cómo las cosas pueden aún ir a peor si nuestra situación no mejora. Como mucha gente no leerá el libro, pero sí verá la serie, espero que las ideas y valores que pintan esta historia puedan calar en muchas más personas.

Para mí ha sido un libro muy duro de leer, en el sentido de que me dolía leer según qué partes (la Ceremonia, el Parto, Mayday), pero muy rápido en cuanto a lectura porque no pude dejar de leerlo hasta terminar. Algunas imágenes en mi cabeza han dejado un pequeño trauma, junto a la frase "nolite te bastardes carborundorum", y han cambiado mi visión sobre muchas cosas cotidianas de las que antes no era consciente. Es una lectura que me ha dado mucha fuerza como mujer.

La estructura de la obra es lo que menos me ha gustado, pese a quedar explicada al final. Se supone que los capítulos son cintas grabadas por la Criada, a partir de las cuales pueden identificar a los personajes en la vida real, años después al investigar sobre este "cuento". Sin embargo, los viajes al pasado continuos me han despistado un poco y me han sacado del hilo principal, pese a ser necesarios para comprender la complejidad de la protagonista y del régimen de la sociedad gileadiana.

Es un libro que recomendaría, pero que al mismo tiempo no es para todo el mundo. Siento que debe ser una pena pasar por este libro de puntillas, sin sentir absolutamente nada. A esas personas este libro no les va a añadir ninguna experiencia. Hace falta reflexionar sobre la realidad del libro y la realidad en la que vivimos.

Aquí os dejo algunas imágenes de las artistas Anna y Elena Balbusso (click aquí para ver más obras suyas sobre el Cuento de la Criada):



























*Citas destacadas:

Intento o pensar demasiado. Como el resto de las cosas, el pensamiento tiene que estar racionado. Hay muchos que no soportan pensar.

Nos volvemos y pasamos junto a las casas, en dirección al centro de la ciudad. No se nos permite ir hasta allí, excepto de a dos. Se supone que es para protegernos, aunque es una idea absurda: ya estamos bien protegidas. La realidad es que ella es mi espía, y yo la suya. Si alguna de las dos comete un desliz durante uno de nuestros paseos diarios, la otra carga con la responsabilidad.

Hay más de un tipo de libertad, decía Tía Lydia. Libertad para y libertad de. En los tiempos de la anarquía, había libertad para. Ahora nos dan libertad de. No la menospreciéis.

Todo era tan momentáneo, tan condensado... y sin embargo parecía no tener fin. Después nos quedábamos tumbados en la cama, cogidos de la mano, charlando. De lo posible, de lo imposible, de qué se podía hacer. Pensábamos que teníamos problemas. ¿Cómo llegamos a saber que éramos felices?

Espero. Me compongo. Mi persona es una cosa que debo componer, como se compone una frase. Lo que debo presentar es un objeto elaborado, no algo natural.

Nadie muere por falta de sexo. Es por falta de amor por lo que morimos. Aquí o hay nadie a quien yo pueda amar, toda la gente a la que yo amo está muerta, o en otra parte. ¿Quién sabe dónde estarán o cuáles serán ahora sus nombres? También podrían no estar en ninguna parte, como debo estarlo yo según ellos. Yo también soy una persona desaparecida.

Ahora Moira tenía poder, la habían puesto en libertad, se había puesto a sí misma en libertad. Ahora era una mujer libre. Creo que nos pareció espantoso.

Si llegas a ser un hombre, alguna vez, en el futuro, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda que el perdón también es signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande.

Debe de haber algo que él desea de mí. Desear es tener alguna debilidad. Es esta debilidad, fuera la que fuese, lo que me atrae. Es como una pequeña grieta en una pared hasta ahora impenetrable.

Esa clase de amor viene y se va y después es difícil recordarlo, como el dolor. Un día mirabas a ese hombre y pensabas "Te amé", y lo pensabas en tiempo pasado, y te sentías maravillada porque haberlo hecho era una tontería, algo sorprendente y precario.

Tendréis que perdonarme. Soy una refugiada del pasado y, como otros refugiados, sigo las costumbres y hábitos que abandoné o que fui obligada a abandonar, y todo esto parece muy pintoresco, y yo soy muy obsesiva con respecto a ello.

No estoy segura de cómo ocurrió, no exactamente. Todo lo que puedo hacer es una reconstrucción: el modo en que se siente el amor siempre es aproximado.

Como todos los historiadores sabemos, el pasado es una gran tiniebla llena de resonancias. Desde ella pueden llegarnos algunas voces; pero lo que nos dicen está imbuido de la oscuridad de la matriz de la cual salen. Y, por mucho que lo intentemos, no siempre podemos descifrarlas e iluminarlas con la luz prístina de nuestro propio tiempo.

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