Reseña || El jardín olvidado, de Kate Morton

*Cómo llegó a mis manos:
Lo encontré por casualidad en una tienda donde no venden libros y al ver que estaba escrito por una mujer y trataba sobre mujeres supe que tenía que llevármelo.

*Argumento:
Cuando Madre muere, Eliza y Sammy se quedan bajo el cuidado de la familia Swindell, donde son explotados por la mujer, muy exigente con el trabajo en el hogar. A los nueve años Sammy muere y Eliza se queda sola en una casa tan sombría. Sin embargo, en la chimenea de su habitación esconde un broche de duelo que le regaló su madre, donde están trenzados los cabellos de las mujeres de su familia. Desde pequeña Eliza comienza a escribir cuentos y relatos fantásticos.
Un día un hermano de Madre reclama a Eliza, por lo que se va de la casa de la familia Swindell, olvidando allí el broche de duelo. En su nuevo hogar, la casa de la familia Mountrachet, conoce a Rosa y será su protegida, por lo que ambas niñas se hacen muy amigas, creando una relación muy especial. Juntas deciden dar vida al jardín que hay en el centro de la casa, donde serán felices y construirán su refugio.
Con el paso del tiempo Rose se convierte en una señorita y contrae matrimonio con Nathaniel, pero, debido a la exposición que sufrió a la radiación cuando era pequeña, no puede tener hijos. Así, Eliza queda embarazada de Nathaniel para poder darle el bebé a su mejor compañera. Para que nadie sospeche, Eliza debe permanecer oculta en la cabaña del jardín. Nace Ivory y la relación entre Rose y Eliza se enfría, llegando a ser completas desconocidas. Cuando Ivory cumple cuatro años Eliza sale de la cabaña para regalarle un libro de cuentos escritos por ella e ilustrados por Nathaniel. Este hecho provocará una negativa en Rose, quien realiza un viaje en barco con su marido; pero tiene un final trágico, pues ambos mueren en el trayecto. 
Tras esta serie de acontecimientos, Eliza huye con Ivory, dejándola en un barco con destino a Australia y le pide que la espere, que debe ir a buscar una cosa y volverá enseguida. Rápidamente, vuelve a casa de los Swindell para recoger el broche de duelo, poder venderlo y tener dinero para cuidar a su hija, pero la familia de Rose se lo impide. Eliza es obligada a montarse en un carro para volver a la mansión y cumplir castigo por haber robado a Ivory, pero ésta se lanza del carro en marcha, muriendo al instante.
Mientras, Ivory, de cuatro años, llega a Australia, donde es hallada en el puerto por un marinero. Éste decide cuidarla y llamarla Nell. A los 21 años le cuentan su historia, que fue encontrada, que no son sus padres. Desde ese momento Nell se separa de su familia para poder conocer el secreto de su origen, para lo que realizará viajes a Inglaterra, desde donde partía el barco donde fue abandonada. 
Cuando Nell está cerca de conocer todos los detalles de su vida, su hija Lesley le pide que cuide de su hija, Cassandra, por unos días, pero nunca vuelve a por ella. Nell cuida de Cassandra, viendo en ella su propio reflejo, el de una niña abandonada, y cuando muere, Cassandra es quien descubre la verdad sobre los orígenes de su abuela, pues ésta le ha dejado en herencia una cabaña en la otra punta del mundo, en Londres.

imagen de @maama_marta (click para ver el tweet)

*Crítica:
Esta novela, ambientada en el Londres de la época victoriana, me ha recordado porqué me gusta leer. Es una historia teñida de misterio y acción romántica -no amorosa, pese a que hay grandes historias de amor (como la de Sammy y Eliza o Cassandra y Nell)-, con personajes completos y un millón de matices. Me ha atrapado desde la primera página y me ha hecho gritar -literalmente-, llorar y reír con las decisiones de los personajes. Esa es su magia, cómo traspasa las páginas, cómo puedes bucear dentro de paisajes tan claros y tiempos tan remotos.
La prosa de Kate Morton es, simplemente, deliciosa. Juega con el tiempo (1900, 1975 y 2005), trenzando historias que viajan al pasado y al presente sin ser tedioso, sin permitir que te pierdas. Es muy lírica, muy metafórica y tiene citas que muchos matarían por haber escrito (podéis leer abajo alguna de ellas -sí, aunque parezca que hay muchas, tan sólo he seleccionado algunas...-). 
En esta novela las mujeres, que son el centro de la historia y las protagonistas, tienen fuerza, son independientes y luchan por la verdad. Son mujeres que sueñan, crean y creen, que te llegan al corazón. Así me ha pasado a mí con Eliza Makepeace, un personaje lleno de matices.

A pesar de ser un libro escrito por una mujer tratando historias de mujeres, ¡no es un libro que sólo pueda ser leído por nosotras! Todo lo necesario para leerlo es tener los ojos llenos de sensibilidad.

Sin embargo, si buscas en esta novela un contexto político-económico-social sobre la Segunda Guerra Mundial (error que puede derivar del fragmento que reza en la contraportada), éste no es tu libro. No hay rasgos de estos temas, quizá sí sobre la sociedad, pero sólo de la que se podía encontrar en el Londres de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

*Citas destacadas:

Los que tienen billete para el silencioso barco de la muerte ¿Miran siempre al muelle en busca de los rostros de los que ya han partido?

Su cobardía la hacía odiarse más a sí misma, un odio consolador que la confirmaba en su sospecha de que merecía todo lo que estaba sucediéndole.

Había mucho trabajo que hacer en la cabaña de la vieja, pero a la princesa nunca se la oyó quejarse, porque era una verdadera princesa de corazón puro. Las personas más felices son las que están ocupadas, porque sus mentes no tienen tiempo para pensar en preocuparse. Por eso la princesa creció feliz.

-Cuando era joven, mi padre me quiso tanto que me quitó los ojos para que nunca fuera testigo de la muerte y la destrucción del mundo. -Pero, querida anciana, tampoco puedes ser testigo de la belleza.

Su amor por la vieja era tan profundo que ni juntando todos los granos de arena en el océano uno sobre otro llegarían al fondo.

-No debes esperar que alguien venga a rescatarte. Una niña que espera que la rescaten nunca se salvará a sí misma. Incluso aunque tenga los medios, descubrirá que le falta valor. No seas así, Eliza. Debes encontrar tu valor, aprender a rescatarte, no depender de nadie.

Con una voluntad fuerte incluso los débiles pueden ejercer un gran poder.

Durante el día, era como si el mundo estuviera del revés, igual que una prenda colgada a secar. Todo tenía la misma forma, tamaño y color; sin embargo, algo estaba mal. Y aunque el cuerpo de Eliza funcionaba como antes, su mente vagaba por el paisaje de sus miedos.

Estar vacía de tales recuerdos y sentimientos la hacía sentir, de alguna manera, bien. Porque, tras la muerte de Sammy, Eliza era media persona. Como un cuarto sin luz, su alma estaba fría, oscura y vacía.

Fue la única vez que recordaba haber estado a solas con su padre. Observó cómo su presencia llenaba el cuarto de modo que un lugar, antes apacible, parecía ahora cargado de emociones y sentimientos que Rose no comprendía.

Comprendió el poder de las historias; su mágica habilidad para sanar las heridas internas de la gente.

-A veces siento que toda mi vida es una serie de accidentes y oportunidades. No es que me queje. Uno puede ser feliz abandonando toda expectativa de control.

Había algo en ella, cierta intensidad. La habilidad de hacerte sentir como que no había otro lugar ni otra persona con quien prefiriera estar.

-Necesitas de los recuerdos para mantener vivas las cosas del pasado. - Eso es lo que digo. Sin la memoria todos podrían seguir adelante. Continuar.

Esperanza, cómo había llegado a odiar la palabra. Era una insidiosa semilla plantada en el alma de una persona, sobreviviendo a escondidas con escasos cuidados, y luego floreciendo tan espectacularmente que nadie podía sino celebrarla.

La memoria es una amante cruel con la que todos debemos aprender a bailar.

Las mariposas no hablan el idioma de los hombres. Cantan en un tono más dulce con palabras tan hermosas que los adultos no las pueden escuchar. Solo los niños saben cuando llaman.

No podía consentir que terminara la frase, porque las palabras tienen poder. Ya se habían permitido sentir demasiado, y no había lugar en su acuerdo para los sentimientos.

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