Reseña || La gravedad de las circunstancias, de Marianne Fritz (#LeoAutorasOct)

*Cómo llegó el libro a mis manos:
Paseando por las calles de la biblioteca, me llamaron la atención sus flores, su título y, después, la sinopsis (de la cual leí, como siempre, dos frases -y fue un error no leerla entera-).



*Argumento:
/de forma cronológica/
Berta queda embarazada de Rudolph, profesor de música, justo antes de que éste deba participar en el ejército para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Rudolph, con la corazonada de que morirá pronto, le hace prometer a su mejor amigo, Wilhelm, que cuide de ella. Así, cuando éste muere, Wilhelm se casa con Berta para no dejarla abandonada con un niño. Esto, que parece la mayor acción de bondad, se convierte en el inicio de la locura de Berta, quien volverá a quedar embarazada, esta vez de Wilhelm. La familia sigue desarrollándose, pero todo parece apuntar a que son problemas: Rudolph, el hijo mayor, es sietemesino y tiene problemas para adaptarse al ritmo de la escuela, por lo que debe ir a un centro especial; esto le pasará también a la pequeña Berta, pues según la directora del colegio, no aprende al ritmo esperado para una niña de su edad. Los hijos la tratan como a una enferma, pues ésta sufre esquizofrenia y a pasado parte de su vida en hospitales, perdiéndose la infancia de sus hijos. Así, Berta, la madre, comienza a sentirse perdida, todo se desborda: su hija le recuerda a la Virgen y su hijo al niño Jesús. Estos pensamientos la guiarán al borde de la locura, pues, mientras su esposo Wilhelm está fuera de casa por un permiso que debe cumplir, Berta le quita la vida a sus dos hijos y trata de suicidarse, pero tan sólo queda en un intento. Wilhelm, que vuelve a casa unos días antes de lo previsto, se encuentra con una nota de Berta contándole lo sucedido. Ella internará en una prisión donde no para de recordar una y otra vez lo que pasó en el exterior: llevo siempre una cadenita de oro de la Virgen colgada del pecho, desde que quedó embarazada de Rudolph. 
Wilhelmine, amiga de Berta, terminará teniendo una relación con Wilhelm, pidiéndole que se case con ella el 13 de enero de 1960, a lo que Wilhelm recrimina que ese día es el cumpleaños de Berta. Entre la espada y la pared, se casan, y deciden ir a visitar a su amiga Berta a La Fortaleza. Allí, Berta sigue tan suya como siempre, ausente, distante, herida por la gravedad de las circunstancias. Berta decide darle a su amiga su cadenita de oro, objeto que Wilhelmine siempre había querido, como símbolo de su amistad. Cuando Wilhelm y su esposa se marchan, dando a entender de su relación se había roto, Berta siente que con aquella cadenita de oro se fue todo su sufrimiento, llegando a ser perdonada por la madrecita sabia de La Fortaleza.

*Crítica:
Este libro hay que leerlo con cierta perspectiva que, al empezar de repente y sin saber apenas nada sobre la trama, yo no tenía: a mitad de la obra tuve que parar la lectura y recomenzarla, no sin antes haber leído, esta vez entera, la sinopsis.
La narración de Fritz es compleja: saltos temporales dentro del mismo párrafo, perspectivas diferentes de los personajes sin esperar ese cambio y, sobre todo, metáforas: los personajes son metáfora de una realidad histórica. Berta sería la actitud pasiva ante el dolor de la guerra: ella sufre, pero no ve, es víctima de sí misma y de la gravedad de las circunstancias. Rudolph sería el artista vencido por la nación, por su servidumbre. Wilhelm recoge el papel del pueblo, que no comprende, que trata de sobrevivir. Por último Wilhelmine, quién se nos seduce malvada y frívola con Berta y con la gravedad de las circunstancias, es el espíritu de lo normal, y en mi opinión, el espíritu de la guerra. (Más información sobre la metáfora de los personajes aquí.)
Los capítulos son breves, ligeros, pero dañan. El dolor de Berta es notable incluso cuando ésta no aparece en escena. No he logrado sentirme identificada con ninguno de los personajes, pero he sufrido y sentido compasión de Berta incluso cuando se descubre que está enferma y que es culpable. No siento que ahí cambie su personaje, como otros han dicho, ni siento que crezca en mí sentimientos de odio hacia ella. Por otro lado, Wilhelmine me hacía dudar respecto a todo durante todo el tiempo: ella es la mala, pero al leerla sentimos que la única malvada es Berta, y es brillante. Leer personajes bien construidos es un placer intelectual.
Creo que, hasta el momento, es el relato sobre la mente femenina más oscuro e impactante que he leído, y en ocasiones me ha recordado a la literatura clásica: Medea y Berta identificadas en una misma culpa, pero con diferentes motivos, y ambas perdonadas.



*Citas destacadas:

Da cuenta de la vida y provocarás dolor. da cuenta de la muerte y provocarás alivio. 

Berta creyó sentir cómo el perfume de las rosas le subía por los orificios nasales, y la voz y la cercanía de Wilhelm invirtieron el sentido del tiempo.

"Es interioridad. Lo que me falta es interioridad. Soy demasiado superficial, tiendo demasiado al exterior", se recriminaba Berta a menudo, y se afanaba de buena fe en desarrollar eso que se le resistía una y otra vez: una mirada dirigida al interior.

Basta con poner un poco de atención y tener algo de sentido práctico. Entonces se hace posible lo imposible, probable lo improbable.

-Quizá entienda que a un niño no se le puede hacer comprender qué significa la guerra total. (...) La lógica del frente es muy simple. O los que están al otro lado, o nosotros. Si queda uno vivo, quedan demasiados. Quien entienda esto habrá entendido lo fundamental. (...)
-Si entendiera la guerra, la habría impedido.

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